Intención y Atención Sostenida
Ya hemos explorado en los textos de las Enseñanza anteriores la descripción que hace la Dra. Shanida Nataraja sobre lo que sucede en el cerebro cuando meditamos. Permitidme recapitular brevemente.
Las investigaciones clínicas han demostrado que los dos hemisferios de nuestro cerebro tienen funciones complementarias. Dentro de la parte frontal de nuestro cerebro, la corteza prefrontal, el hemisferio izquierdo se ocupa principalmente del pensamiento racional, lógico y discursivo expresado en los pensamientos y el lenguaje aunque también se ocupa de llevarnos a soñar despiertos sobre cómo nos gustaría que fuera nuestra vida. El hemisferio derecho se ocupa de la empatía, la conectividad y la imaginación / creatividad. Esta es el área que nos permite ver con perspectiva, visualizar la imagen de conjunto en el contexto con los sentimientos incluidos.
El hemisferio derecho necesita del izquierdo para verbalizar lo que está sintiendo y el lado izquierdo necesita la imagen holística con su percepción intuitiva para dar significado a lo que está sucediendo. Por lo tanto, los dos hemisferios ofrecen formas diferentes de ver el mundo como si fueran dos órganos de percepción diferentes, la mente y el corazón. Blaise Pascal (1623-1662) lo resaltó de forma muy precisa con su expresión: “El corazón tiene razones que la razón desconoce”.
Y es en este punto donde entra la meditación. En la cultura actual, utilizamos de forma predominante el lado izquierdo de nuestro cerebro. La meditación, al centrarnos con la única intención de repetir nuestra palabra de oración, nuestro mantra, despierta el lado derecho de nuestro cerebro. Ambos hemisferios se utilizan para la atención: el lado izquierdo tiene una atención con un enfoque limitado pues atiende en función de la utilidad que tiene el objeto o la situación. El siguiente dicho Zen lo expresa maravillosamente: “Para su amante, una mujer hermosa es un deleite; para un asceta, una distracción; para un lobo, una buena comida «. Sin embargo, la atención en el lado derecho es en realidad mucho más amplia y es el principal centro operativo de la atención.
La meditación practicada como una disciplina fiel no sólo despierta el lado derecho de nuestro cerebro, a menudo infrautilizado, sino que también genera conexiones entre ambos hemisferios permitiéndonos acceder a ambas visiones complementarias de la realidad y, por tanto, a una conciencia más amplia y profunda de la realidad. Enfocar nuestra atención en un sólo punto nos permite vivir dentro de una conciencia abierta en lugar de estar restringidos al pensamiento discursivo; de hecho, nos convertimos en un todo.
En la segunda edición de su libro “La Mente Dichosa”, Shanida describe este proceso de intención y atención y cómo la meditación facilita nuestra permanencia en el momento presente: “El meditador comienza con la intención de despejar su mente de pensamientos. Esta intención se refleja en un aumento de la actividad en el área de la atención en la corteza prefrontal derecha. A medida que el meditador va silenciando su mente, en algunos casos al enfocarse en el espacio entre los pensamientos, o al ‘dejar ir’ los pensamientos y regresar a la conciencia del momento presente mediante el uso del mantra, hay un mayor aumento de la actividad en el área de la atención. Al mismo tiempo, disminuye la actividad en las regiones del cerebro que están rodeando el área de la atención. Este es el resultado de períodos sostenidos de atención enfocada y refleja la función innata del cerebro para priorizar la información importante aplazando la información menos importante.
Curiosamente, para aquellos meditadores en los que el hemisferio izquierdo es dominante, la atención sostenida a la experiencia en el presente-ahora desencadena un cambio a la actividad del hemisferio derecho ya que la atención es predominantemente una función de ese hemisferio. Este cambio del pensamiento desde el hemisferio izquierdo «intelectualizado» es una explicación más de por qué la experiencia no se puede describir o analizar: el hemisferio derecho no tiene la capacidad de categorizar y analizar la experiencia; intuitivamente la «siente». Este cambio al pensamiento del hemisferio derecho permite al meditador acceder a un modo diferente de pensar y percibir ese presente en su vida cotidiana.
Al mismo tiempo, el meditador también se vuelve menos consciente de la información sensorial que proviene de su entorno externo. Los cambios en el área de la atención influyen en la actividad del tálamo … la puerta de entrada a nuestros sentidos y la actividad en los circuitos cerebrales que conectan … la atención y el tálamo que parecen ser los que dirigen nuestra atención y, por tanto, nuestra conciencia sensorial únicamente hacia los estímulos sensoriales importantes.
Imagínese sentado en una habitación, con los ojos cerrados, el cuerpo relajad…. La información que nuestro cerebro utiliza para formar una imagen de nuestro cuerpo en nuestra mente no está disponible en estas condiciones: no hay información visual; sin movimiento; y ninguna interacción con el mundo. Lentamente, por lo tanto, nuestra imagen corporal comienza a desvanecerse y también nos volvemos menos conscientes de nuestro entorno externo.
Esta disolución de la frontera entre el yo y el “no-yo” se refleja en una disminución de la actividad en el lóbulo parietal derecho. Conlleva una pérdida del sentido del espacio y/o del tiempo, pero también tiene un impacto en la actividad del área derecha verbal-conceptual, que a su vez lleva a la incapacidad de transmitir la experiencia de manera eficiente a través del lenguaje «.
La semana que viene veremos una sesión de preguntas y respuestas entre un meditador y un neurocientífico.
Kim Nataraja
Traducido por WCCM España