
![]() La Meditación Cristiana puede ser practicada por cualquier persona, en cualquier lugar El sello característico de la Meditación Cristiana es su simplicidad. La práctica es simple. No hay que aprender técnicas complejas. No requiere de un extenso conocimiento previo o vestimenta especial; es decir, cualquiera puede meditar en cualquier lugar. Recordemos cuál es la práctica: Busca un lugar silencioso. Siéntate, cierra suavemente los ojos y permanece quieto, relajado pero alerta. En silencio, en tu interior, comienza a decir una única palabra, tu mantra. Recomendamos la oración: “ma-ra-na-tá”. Escucha la palabra mientras las pronuncias amorosamente y de forma incesante. No pienses ni imagines nada espiritual, ni de otro tipo. Si surgen los pensamientos o las imágenes, que son distracciones, regresa al mantra, y continúa pronunciando la palabra durante todo el tiempo de la meditación. Medita cada mañana y cada tarde, entre veinte y treinta minutos. La simplicidad de la práctica permite integrarla en cualquier circunstancia. Existen grupos de meditación por todo el mundo, que se reúnen en casas, en oficinas, en iglesias, en colegios, en centros comunitarios, en gimnasios, en cárceles y en hospitales. Cualquier lugar, razonablemente tranquilo, puede ser apropiado. Si no es posible, podemos crear un espacio sagrado, con algún tipo de música suave, una vela, flores y algún icono aunque todo esto no es necesario. La esencia es mantener la simplicidad. Es aconsejable dedicar un tiempo fijo semanal, en el mismo lugar, para las reuniones de los grupos. El libro de Laurence Freeman “Una perla de gran valor” tiene información muy valiosa sobre cómo crear un grupo de meditación. Sin embargo, no siempre es fácil crear o mantener un grupo de meditación. Muchas personas ya se reúnen para otro tipo de actividades como clases de Yoga o de Tai-Chi, o grupos de oración de otro tipo. Aquellos que desean practicar la meditación en grupo, les gustaría poder integrarla en su tiempo, pero salir de casa dos veces a la semana a veces resulta complicado. No hay ninguna razón por la que la meditación no pueda ser incorporada en cualquiera de estas actividades. Lo único que hay que acordar es permanecer 20 o 30 minutos en silencio, rezar una oración al principio o al final de la sesión y que alguna persona se encargue de indicar el principio y el final del periodo de la meditación. La esencia de la Meditación Cristiana es poner toda nuestra atención en el mantra, de forma amorosa y entregada, durante todo el tiempo de la meditación. ¡Tan solo hay que pronunciar la palabra! Esto puede realizarse en cualquier lugar en el que haya un ambiente tranquilo y un contexto apropiado. Recuerda siempre que la Meditación Cristiana es una forma de oración, no sólo un modo de relajarse. Como cristiano, soy guiado por mi fe, en la creencia de que, repitiendo esta antigua oración cristiana, entraré en el silencio, en el centro de mi ser, donde habita Cristo. Allí me uniré a la oración de Cristo y entraré con Él en la corriente de amor que fluye entre el Creador y su creación. Kim Nataraja Traducido por WCCM España |