(PHOTO: LAURENCE FREEMAN, MYANMAR)
Si algo te cuesta todo, ¿con qué te quedas? Con nada. En las dos parábolas que Jesús usa para describir el reino de los cielos — el Tesoro que el hombre encuentra enterrado en el campo. La perla de gran valor que encuentra el Mercader — en ambos casos las personas venden todo lo que tienen para comprar esta perla o este tesoro. Hay esta relación directa entre no tener nada y tenerlo todo. Y es por eso que en todas las grandes tradiciones místicas encontramos términos como la nada, el vacío, la pobreza, para describir aquello que atravesamos o a lo que entramos en este viaje. ‘¡Nada! ¡Nada! ¡Nada!’ dice San Juan de la Cruz; o Casiano: ‘Por la continua repetición de este único verso, renuncias a todas las riquezas de pensamiento y de imaginación, y llegas con pronta facilidad a la primera de las Beatitudes, la pobreza de espíritu’. Así que nuestra meditación está en esta longitud de onda de sabiduría mística, de sabiduría spiritual, de nuestra tradición.
(Health & Wholeness, Laurence Freeman OSB )