P. Laurence Freeman OSB

Reflxiones del P. Laurence. Sábado de la quinta semana de Cuaresma.

En el mito del Rey Pescador, al joven aprendiz de caballero, Perceval, le dicen que los buenos caballeros deben hablar poco y solo hacer preguntas necesarias. Al seguir estas instrucciones de forma imprudente, se pierde la gran oportunidad de interrogar al rey mutilado que es el guardián del Grial. Él debería haberle preguntado al Rey Herido por qué estaba sufriendo y por qué su reino se había convertido en un terreno infértil. Perceval pasa años esperando una segunda oportunidad. Después de un largo recorrido se encuentra con el rey nuevamente, sentado en un paisaje helado pescando, mirando el reflejo de su mortaja en las aguas estancadas. Desolado, en un mundo estéril hecho por él mismo, su herida no sana y su enfermedad se derrama por todo su reino.
Esta vez, Perceval que ahora es más sabio, le pregunta qué es el Grial y a quién sirve. El hechizo mortal que pesaba sobre el rey y sobre la tierra se rompe, y la salud y la vitalidad regresan.
Mientras nos preparamos para entrar en la Semana Santa en Bonnevaux, estaremos recibiendo a damas y caballeros errantes para un retiro, en el que reflexionaremos sobre los misterios de la Pasión y la Resurrección. El tiempo de Cuaresma – y la unidad que nos ha enseñado a sentir con los que sufren en Ucrania y en el resto del mundo – llega a su propósito.

Este mito antiguo es una llave que nos ayuda a comprender lo que el mundo Cristiano re-vivirá en los próximos días. El retiro también será virtual, así que pueden unirse en la nube de internet así como en la nube del no saber.
Quizás el primer regalo de esta historia como una llave hacia los misterios de la Pascua es la tensión alrededor de la pregunta redentora. Perceval está destinado a curar al rey (que después se devela que es su propio tío) y a restaurar la vitalidad en la tierra. De todos modos, su tarea no se completa ni con el silencio pasivo ni meramente por la actividad sola, sino por una visión de totalidad.
La sabiduría es liberada por una pregunta, que no nace solamente de la curiosidad. No es superficial. Es la pregunta del corazón por la verdad – y por lo tanto no es egoísta ni centrada en uno mismo. La Cruz es el gran signo de pregunta colgando sobre el mundo. Su significado no puede ser puesto en palabras. Pero ¿qué pasaría si humildemente preguntáramos para quién es? Quizás veríamos la Resurrección como el gran signo de exclamación revelando la vida y el propósito de todo.

Laurence

P. Laurence Freeman OSB

Reflexiones del P. Laurence. Viernes de la quinta semana de Cuaresma 2022.

Cuando sentimos que estamos ante un peligro real y patente, la vida se simplifica inmediatamente. Un hombre que conozco una vez se sumergió en esta experiencia cuando el dentista le sacó un quiste sospechoso de la boca, y tuvo que esperar una semana hasta saber el resultado de lo que le habían extraído. De repente estaba frente a una tormenta de incertidumbre, miedo y ansiedad. Pero también descubrió una hiper-claridad sin precedentes porque las prioridades de su vida se tornaron evidentes, sin que él tuviera que pensar o elegirlas. Como resultado de todo esto, su amor por la vida resurgió y lo llevó a entender que ese era su estado natural, y que lo había perdido antes de la visita al dentista. Sus sentidos físicos también se habían intensificado, y los placeres de la vida, que habían estado opacados en los últimos años, volvieron a la vida nuevamente.

Felizmente, los resultados dieron negativos para el cáncer, pero tristemente volvió a caer a su estado habitual de semi-vitalidad. Una de las pequeñas lecciones de la vida. Nada nos enseña más que vislumbrar nuestra propia mortalidad. 

Quizás los ucranianos, al estar luchando apasionadamente por defender la vida de su país, también estén sintiendo esa ráfaga de claridad. Las decisiones de la vida cotidiana y las peleas de las relaciones comunes se subsumen en un compromiso de amor y solidaridad más fuertes que el miedo a la muerte. ¿Acaso no es esa misma claridad que vemos en Jesús, especialmente en el Evangelio de Juan, al atravesar sus últimas horas? Pasión, la pasión del amor o la Pasión de Cristo son pasajes, transiciones que hay que atravesar. Una vez que emergemos, hemos sido transformados. Si hemos llegado tan lejos como hasta la muerte y si hemos pasado por el parpadeo del gran desprendimiento, el cambio en nosotros no es menos que una resurrección, una completa transformación de la conciencia. Y la claridad de esa experiencia nunca se apaga. 

Kierkgaard pensaba que la ansiedad, lo que nosotros llamamos angustia, es un síntoma de la libertad humana. La primera vez que aparece, podemos experimentar una cierta culpa: “Oh, no debería estar sintiendo esto. ¿Por qué no soy feliz, como debería ser, como mis amigos de Facebook?” Los existencialistas consideran la ansiedad como una atracción y una repulsión, a la vez, por el desconocimiento de nuestro futuro yo. La desesperación, al confrontarlos, significa que nos negamos a o no podemos ser nosotros mismos.

O podemos decidir vivir de todos modos y dar un paso hacia la incertidumbre. Una vez que aceptamos el regalo de nuestra existencia – y John Main pensaba que la meditación nos permite hacer esto – cambiamos. Crecemos. Nos expandimos. Nos sentimos unidos con el serque es un estado mucho más profundo y rico que la angustia existencial, y somos inundados con la única certeza real que podemos tocar: la esperanza.

Laurence

P. Laurence Freeman OSB

Reflexiones del P. Laurence. Jueves de la quinta semana de Cuaresma, 2022.

En el atardecer del domingo, luego de la Conferencia Nacional Italiana, me encontraba caminando por Roma. Una luz dorada bañaba todo, visitantes, locales, inmigrantes, hombres disfrazados de centuriones para que los turistas los fotografiaran. La misma luz lavaba las paredes descascaradas que mostraban muchas capas del pasado, remanentes de los pilares de orgullosos templos y foros imperiales, humildes Iglesias del siglo IV, el Castillo Sant’Angelo, la fortaleza medieval con su ruta de escape de emergencia hacia el Vaticano para los asediados papas Medici, y los Pizza Hut, los mostradores de Gucci y las tiendas de recuerdos y un vendedor callejero que me cobró 4 euros por una bolsa de frutos secos.
Cuya luz brilla sobre buenos y malos.
Cuando sentimos que estamos incluidos en la danza del ser en la que nada ni nadie es intencionalmente excluido, experimentamos paz. Incluso en el sufrimiento y la injusticia, cuando nada es excluido, la paz puede prevalecer. Es una paz más allá del entendimiento, no como la entiende el mundo.
Las imágenes recientes de asesinatos de civiles en Ucrania fueron un gélido y nauseabundo shock para mí y para muchos hombres y mujeres y los desafortunados niños que tienen que saber que esas imágenes no son de una película. Las personas reales son capaces de hacer eso. La pregunta llega con rapidez: ¿cómo podemos incluir este tipo de comportamiento inhumano y las personas que lo llevan a cabo en la realidad unificada que es bañada por la imparcial y equitativa luz de Dios?
¿Porque es la misma realidad en la que un hombre inocente con Dios pudo ser acusado en falso, juzgado y sentenciado falsamente y solo verdaderamente sometido a una tortura mortal? En lo alto de la pared en una celda de las habitaciones de operaciones del Dr. Mengele en Auschwitz, vi un dibujo grabado de Cristo en la Cruz. Era el principio de la respuesta a la pregunta “¿dónde estaba Dios cuando se cometían estas atrocidades?”

La realidad no es fríamente objetiva. Nunca puede ser mejor comunicada que a través de la compasión. La verdad no es matemática. Cuando se enciende sobre todas las formas de falsedad terminan siendo expuestas y disueltas.
Jesús dijo que su Padre era como la luz del sol que brilla sobre buenos y malos por igual. No dijo que el bien y el mal reaccionan a la luz de la misma manera.
La meditación hoy en día tiene el potencial de ser la ola que traiga paz a nuestro mundo, ya que nos convence de la unidad total y compasiva de la realidad.

Laurence

P. Laurence Freeman OSB

Reflexiones del P. Laurence. Martes de la quinta semana de Cuaresma 2022.

Actualmente, se está desarrollando una discusión entre los eruditos del Nuevo Testamento, en cuanto a la traducción de la frase griega “pistis Christou” que aparece en algunos pasajes de San Pablo. No se ponen de acuerdo si es que significa fe en Cristo o la fe (fidelidad) de Cristo.
Uno puede decir, viendo cómo el mundo parece desmoronarse, ¿acaso realmente importa? Bueno, sí y no. No importa mucho desde el punto de vista de la necesidad de lidiar inmediatamente con la crisis de la justicia económica, el Covid, el medioambiente, o Ucrania. Pero desde el punto de vista de cómo podemos desarrollar una nueva conciencia a través del Cristianismo y de las otras tradiciones de sabiduría, para poder afrontar las consecuencias de estas crisis y lograr cambiar de dirección, sí, importa.
La diferencia en las traducciones resalta la diferencia entre poner el énfasis en nosotros mismos o en Cristo. Si la fe que mueve montañas y sana a la humanidad significa predominantemente nuestra fe en Cristo, el significado de la fe puede terminar siendo reducido a algo controlado por la fuerza de voluntad humana, o a meros conceptos y creencias. Esta actitud ha debilitado la conexión viviente de la fe personal Cristiana con su fuente, la persona de Cristo Resucitado. Ahora bien, si por el otro lado, el énfasis se pone en su fidelidad, la química de la fe y la alquimia de su relación con la humanidad cambia. Ya no estamos más tratando de levantarnos y liberarnos de nuestras correas; sino que experimentamos una fuerza adicional trabajando con nosotros proveniente de otra dimensión. La fidelidad de Cristo genera y libera esa fuerza a través de todas las dimensiones de tiempo y espacio: ayer, hoy y mañana.
¿A quién o a qué es fiel Cristo? Esta es la pregunta central, y las múltiples maneras de responderla al final se resuelven, no en una única respuesta, sino en una relación. Con Él, con su llamado, con el Padre, con su amor por la humanidad, con la fidelidad innata de Dios.
El ser fieles manifiesta el gran potencial y la belleza de la humanidad. Tan solo pensar en cuán seguido nuestra deteriorada fe en la naturaleza humana se renueva cuando celebramos un matrimonio que perduró por décadas, o nos enteramos de una persona que se mantuvo fielmente comprometida a una tarea durante toda su vida, o alguien que cumple su promesa, aunque todo ello les cueste mucho más de lo que pensaban.
Como en la mayoría de las disputas entre esto o lo otro, hay una verdad en ambas posiciones. La fe de Cristo fortifica nuestra fe en Cristo. Pero se necesita fe en el misterio vivo de la verdad para ver que la respuesta está más allá de la división, y no en la victoria de un lado sobre el otro.

Laurence

P. Laurence Freeman OSB

Reflexiones del P . Laurence. Lunes de la quinta semana de Cuaresma 2022.

Ayer terminé mis reflexiones diciendo que elevar el nivel de la conciencia humana es una tarea tanto de las tradiciones de sabiduría como de cada uno de manera personal. Individualmente quizás no sintamos que tenemos mucho para contribuir en términos de sabiduría, y eso a nivel individual puede ser cierto. Pero, como dice el slogan de una cadena de supermercados a sus clientes, “cada pequeña cosa cuenta.”
Una semana después de la inspiradora reunión global de nuestra comunidad con los meditadores de Ucrania, muchos de nosotros hemos reflexionado acerca de qué significa participar, compartir y colaborar entre todos. Fue una vacuna para el virus del aislamiento individualista que se está expandiendo en nuestra cultura materialista. Todos sentimos esto, pero es difícil ponerlo en palabras.
Unos años después de la Resurrección, el apóstol Pablo discutió con Pedro y Santiago, y los otros líderes del movimiento de Jesús en Jerusalén, acerca de quiénes podían ser admitidos en su comunidad. La disputa llegó a la pregunta: ¿es necesario ser judío para pertenecer a este movimiento? La pelea era – arquetípicamente – entre el universalismo y el separatismo. Finalmente, la mente más espaciosa e inclusiva de Cristo prevaleció.
Como un signo de esta unidad inclusiva de los dos puntos de vista, ese Cristo que fue lo suficientemente grande como para incluir a todos, Pablo acordó juntar dinero para los seguidores de Jesús que sufrían en Jerusalén. Eso se convirtió en una parte importante de la misión posterior del apóstol. Una gran suma de dinero fue recolectada, proveniente de los gentiles cristianos, para sus hermanos y hermanas judíos. Era sólo dinero, pero a la vez, un signo poderoso y sagrado de amor.
En la reunión de la semana pasada, después del tiempo de meditación y de compartir con los ucranianos, les recordamos a los presentes acerca de las necesidades materiales de los refugiados de Ucrania que huyen de las fuerzas invasoras. Alberto y María, nuestros coordinadores de Ucrania, están ayudando a los que escapan hacia Lviv. Ayer me enteré de que nuestra comunidad de Hong Kong juntó más de 30.000 euros en menos de 3 días para apoyar esa labor, fluyendo puramente de la fuente contemplativa. Este regalo es un sacramento de amor y unidad. Es un ejemplo de cómo las comunidades alrededor del mundo de la WCCM, están mostrando de diversas maneras su generosidad, y la gratitud que se desprende de sentir y saber que somos uno – un conocimiento que es fruto de nuestra meditación diaria y en conjunto.

Laurence