P. Laurence Freeman OSB

Reflexiones del P. Laurence: tercer domingo de Adviento 2022

Tercer Domingo de Adviento 11 de Diciembre de 2022  

Hoy es el gran momento de Juan el Bautista bajo los focos. Jesús, a quien reconoció y bautizó como su sucesor, ahora le reconoce públicamente. Él da testimonio de su importancia única como puente entre el antiguo y el nuevo régimen, la Ley y el Reino. En ellos, no vemos ni rastro de la competitividad, tan evidente y vergonzosa que hay entre los líderes del mundo de la política, la educación, el espectáculo o los negocios. Quizás esto se deba a que sabe que ambos estarían destinados a un fracaso catastrófico, y rara vez competimos con alguien para ser el mayor fracaso.

La sabiduría de ambos se forjó en la experiencia del desierto. Tras ellos vendría un ejército de discípulos que también serían habitantes del desierto y que describieron la ciencia de la práctica del desierto fundamentada en el arte de la oración del corazón. Como saben todos los habitantes del desierto, incluidos todos los meditadores, esta tarea se realiza simultáneamente en el cuerpo, a través de los muchos niveles de la mente, y con el poder del espíritu.

La primera etapa de esta adquisición de sabiduría es la más breve: el entusiasmo. Te pone en marcha con el primer fervor de conversión o apego romántico («¡He encontrado todo lo que siempre había estado buscando!»). Pero luego exige que nos comprometamos o sigamos adelante de nuevo.

Si optamos por el compromiso, que supone una reducción de opciones que precede a la dilación del corazón, entonces aparece la acedia. La nuestra es la Era de la Acedia, por lo que es difícil de reconocer y se confunde fácilmente con (o tal vez sea una forma de) depresión. Significa literalmente falta de cuidado, de preocupación y de precisión. Nos vuelve descuidados con nuestro trabajo e incapaces de disfrutar de las cosas que normalmente nos proporcionaban placer. Sus síntomas son dormir demasiado, comer en exceso, tener pensamientos suicidas o sentimientos de culpa por perder el tiempo, o ver ‘realities’ en la tele. Su dinámica tóxica es la resistencia a la invitación al amor.

Después de atravesar la acedia, pasamos a la apatheia, que es lo opuesto a la apatía. Significa la salud del alma completamente energizada y una ecuanimidad poderosa. Da rienda suelta a la creatividad y a la compasión como recursos naturales que fluyen libremente. En los días buenos, nos otorga la espontaneidad para celebrar y alabar. En los días malos, nos da la estabilidad para mantenernos a flote y surcar las olas.

Los maestros del desierto decían que ágape es hijo de apatheia. Es el amor de Dios por nosotros y crea nuestro amor recíproco por Dios, ilimitado e incondicional, de una manera aterradora, a la vez que seductora.

Cuando este ciclo de la experiencia del desierto se repite suficientemente en los elegidos, produce los profetas que hemos estado esperando y, finalmente, el que todos hemos estado esperando desde el principio.

Padre Laurence
Traducido por WCCM España

P. Laurence Freeman OSB

Reflexones del P. Laurence: segundo domingo de Adviento 2022.

Uno de mis santos favoritos es el ‘santo padre Máximo, portador de Dios, el quemador de cabañas’. No era, como se podría pensar, un pirómano místico, ya que solo quemaba sus propias chozas, que también construía, cada vez que se mudaba a otro lugar. Como muchos contemplativos que desean estabilidad en la quietud de Dios, se movió bastante. Sin embargo, sospecho que le gustaba el fuego, ya que a menudo le viene a la mente como una metáfora que describe su profunda y gozosa oración del corazón. Él compara la mente humana cuando se siente independiente de Dios con un pedazo de cera dura, que piensa que «todo está sólidamente en su poder». Cuando la cera se encuentra con el fuego, se derrite y se desprende de su ilusión de control. Así también lo humano, abrumado por el “fuego de la divinidad”, se ablanda y se vuelve fluido cuando es inflamado por el Espíritu Santo.

Juan el Bautista del evangelio de hoy era un personaje ardiente. Cuando hipócritas e impostores salían al desierto a verlo, él les decía lo que pensaba de ellos. Destacaba así otro aspecto del fuego que quema cualquier árbol que no produce buenos frutos. Es difícil aceptar que partes de nosotros necesitan morir. Sin embargo, una vez que el fuego ha hecho su obra destructiva y aún arde, lo percibimos de otra manera, bautizándonos “con Espíritu Santo y fuego”. El Bautista predicó un bautismo de arrepentimiento con agua. Cristo utiliza herramientas más enérgicas. Una vez iniciados, necesitamos perseverar en la renovación moral y tener coraje para la acción ética. Pero, después de que las cabañas que construimos hayan sido quemadas, podremos fundirnos en el fuego del amor.

Esta semana he participado en una conversación sobre si deberíamos subirnos al carro del enojo que ofrece la efímera seguridad de la corrección política, o aferrarnos a lo que nos parece la respuesta más justa. Estos momentos de conciencia podrían ser más fáciles para un Juan Bautista, que era tan independiente de la aprobación de los demás como puedas imaginar, o para un padre Máximo, que solo tenía que quemar su choza y seguir adelante. La elección es siempre entre pertenecer a una comunidad o a una multitud. La solidaridad que sentimos cuando seguimos nuestra conciencia, superando así el miedo al rechazo, es más profunda y nos sustenta más que la falsa unidad que sentimos en la energía de una multitud.

Tanto Juan el Bautista como el Padre Máximo volvieron su vista a Jesús y a su vulnerable comunidad en lugar de a la multitud. Vieron el fuego del amor que arde en el corazón en lugar del fuego del odio que puede hacer estragos en nuestras entrañas. La “oración continua” que buscaban los cristianos del desierto es el fuego del corazón de la Zarza Ardiente. Enseñaron “la oración con atención, es decir, sin ningún pensamiento”, a través de la recitación fiel de una sola palabra o frase sagrada. Este camino -que debe ser apoyado por una reducción de la distracción y el compromiso con el silencio- conduce por etapas a ser uno con Dios.

Insistieron en que este camino no era solo para los monjes del desierto. Es para cualquiera que trabaje en el mundo y quiera dedicarse a ello, reduciendo el grado de distracción y aprendiendo a amar el silencio en la medida de sus posibilidades. Se cuenta la historia de un alto funcionario imperial, llamado Constantino el Maravilloso, que fue un brillante ejemplo de presencia contemplativa. A veces, sin embargo, olvidaba lo que el Emperador le había dicho que hiciera y otros en la corte lo criticaban por ello. El Emperador le defendió diciendo que era cierto, que a veces la oración de Constantino “no le permite atender nuestras palabras sobre asuntos vanos y temporales” porque “toda su atención está puesta en Dios”. Mantuvo su trabajo. Tal vez el quemador de cabañas y el a veces olvidadizo funcionario puedan ser nuestros maestros para la segunda semana de Adviento.

Padre Laurence

Traducido por WCCM España

Noticias de la Comunidad

Retiro con el P. Daniel Kerber: 30 de setiembre y 1ero de octubre de 2022

Una hermosa oportunidad para reencontrarnos y profundizar en nuestro camino de silencio y en nuestra fe de la mano del P. Kerber.

Por mayor información dirigirse por correo a meditacioncristianauruguay@gmail.com

Cupos limitados. Los lugares se reservan en el orden en que se reciben los depósitos. Agradecemos enviar comprobante.

En caso de tener alguna restricción alimentaria por favor informarla con una semana de anticipación. El acceso a las habitaciones es exclusivamente por escalera.

¡Los esperamos para disfrutar de este hermoso lugar en clave de comunidad!

Enseñanzas Semanales

Enseñanza 9, ciclo 2

Apatheia y Ágape
La virtud del arrepentimiento nos ayuda a tomar conciencia de nuestras emociones egocéntricas y nos conduce a la humildad a medida que vamos siendo cada vez más conscientes de nuestra necesidad de Dios y de que sin Cristo no podemos hacer nada. El reconocimiento de nuestras heridas, esta percepción sanadora, nos conduce a una creciente sensación de armonía y estabilidad en nuestra vida emocional. Es más, al saber que somos amados a pesar de nuestras faltas, podremos aceptar y amar a nuestro prójimo cada vez más, ya que nos vemos reflejados en el otro: “El monje es un hombre que se considera uno con todos los hombres porque constantemente parece verse a sí mismo en los demás” (Evagrio Póntico. “Tratado sobre la oración”).
Evagrio denominó a esta armoniosa manera de ser hacia la que vamos creciendo con la ayuda de la gracia, una combinación de “apatheia” (ausencia de emociones según el estoicismo) y “ágape” (amor): la integración emocional y el Amor Divino íntimamente conectados: “Agape es la criatura de apatheia”. Juan Casiano no utilizó este término de “apatheia”, sino que lo denominaba “pureza de corazón”. Thomas Merton explica que la pureza del corazón es “una total aceptación de nosotros mismos y de nuestra situación. La renuncia de toda imagen ilusoria de nosotros mismos, de toda sobrevaloración de nuestras propias capacidades, para poder obedecer la voluntad de Dios tal como nos llega”.
A menudo se reprocha a los contemplativos su “egoísmo” pues se considera que sólo se preocupan de su propia salvación. Para Evagrio y los Padres y Madres del Desierto la oración era fundamental; era lo que daba sentido a sus vidas. Aún así, recibimos esta enseñanza: “Puede suceder que mientras estamos orando algún hermano venga a vernos. Entonces tenemos que elegir entre interrumpir nuestra oración o entristecer a nuestro hermano al negarnos a responderle. Pero el amor es más grande que la oración. La oración es una virtud entre otras mientras que el amor las contiene a todas” (San Juan Clímaco s.VII).
Sólo después de haber puesto en orden nuestra propia casa podremos sinceramente sentir compasión por otros y servirles de apoyo: ”Alcanza la paz interior y miles a tu alrededor encontrarán la salvación” (San Serafín de Sarov). Se nos apremia a no olvidar que somos uno con Cristo y que lo que le ocurre a nuestro vecino es de máxima importancia para nosotros: “La vida y la muerte dependen del prójimo. Si ganamos al hermano, ganamos a Dios. Pero si escandalizamos a nuestro hermano, pecamos contra Cristo” (S. Antonio Abad).
El camino espiritual nos ayuda a estrechar el espacio entre nosotros y los demás. Somos los guardianes de nuestro hermano. Como resultado de esto, el mundo se convertirá en un lugar más pacífico; no cambiando el mundo, sino cambiando nuestra propia actitud, pasando del interés propio a la preocupación por los demás, al margen de las relaciones familiares, del pasado, de las diferencias culturales o religiosas. “Sé el cambio que quieres ver en el mundo” (Gandhi). Esta es la esencia de las enseñanzas de Jesús.

Kim Nataraja
Traducido por WCCM España