Lecturas Semanales

Lectura 12, Ciclo 1

“Besar la alegría según pasa,”
extracto del libro de John Main “El corazón de la creación”
(Norwich: Canterbury Press, 2007), págs. 74-75.

La meditación esta muy unida al desapego. Dado que en el vocabulario de nuestras religiones occidentales no existe un concepto tan malinterpretado como el del “desapego”, la meditación con frecuencia genera problemas o complicaciones innecesarias. Nos imaginamos que desapego implica una clase de fría indiferencia platónica.  

Sin embargo, creo que el desapego es la lección fundamental que la meditación debe enseñarnos hoy a nosotros, hombres y mujeres occidentales que sufrimos las consecuencias de una cultura religiosa que con frecuencia ha puesto el acento en el lugar erróneo. El desapego no implica una disociación de ti mismo, ni implica eludir tus problemas o tus responsabilidades. No es la negación de la amistad o del cariño, ni tampoco de la pasión.

El desapego, en esencia, consiste en desprenderse de la preocupación por uno mismo, de ese estado mental, con frecuencia inconsciente, que te sitúa en el centro de toda la creación. El desapego se preocupa también por el compromiso en la amistad, en conseguir la confraternidad, en un amor auto-trascendente y expansivo.

El desapego hace posible el amor, porque el amor sólo es posible si estamos desapegados de la preocupación por nosotros mismos, si hemos salido del autoaislamiento, si nos hemos liberado de la autocomplacencia.

El “desentenderse” que implica el desapego se refiere a dejar de utilizar a los demás para los propios fines. Pero, por encima de todo, y esta es la lección fundamental que hemos de aprender en la meditación, el desapego es la liberación de la angustia que sentimos por la propia supervivencia en cuanto un “yo”, como identidad.

La vida nos enseña que amar consiste, en esencia, en perderse uno mismo en la realidad mayor del otro, de los otros y de Dios. Desprenderse del egocentrismo nos libera para el amor, de modo que no estamos ya dominados por la búsqueda animal por la supervivencia. El desapego requiere que tengamos plena confianza en el ser humano: confianza en el otro, tanto en las personas como en Dios. Precisa de la voluntad de dejarse llevar, de renunciar al control y de ser.

Carla Cooper  

Traducido por WCCM España
Lecturas Semanales

Lectura 11, Ciclo 1

“De la Soledad al Amor”
extracto del libro de John Main “El Camino de lo Desconocido”
(New York: Crossroad, 1990), págs. 44-46.

Meditamos porque sabemos con absoluta certeza que debemos trascender más allá de nuestra propia esterilidad. Debemos trascender la esterilidad del sistema cerrado y puramente introspectivo de nuestra mente. Sabemos con una claridad cada vez mayor que debemos pasar del aislamiento al amor. Es curioso cómo en la introspección, la mente vuelve sobre sí misma y nos conduce a tal esterilidad. ¿Por qué la conciencia centrada en sí misma es tan estéril?

Supongamos, por ejemplo, que intentamos analizar alguna experiencia reciente. La consecuencia casi inevitable es que acabemos observándonos a nosotros mismos en el momento de esa observación. Cuanto más profundo es el grado en que nos replegamos sobre nosotros mismos, mayor la obsesión con nuestra autoconciencia. El resultado es parecido a estar atrapado en una sala de espejos donde constantemente confundimos la realidad con la imagen. Y todas las imágenes que obtenemos son las de nosotros mismos.

Éste es un buen momento para preguntarnos porqué la meditación es tan diferente… Cuando comenzamos en la meditación, todos nos preguntamos “¿qué estoy consiguiendo?” “¿qué me aporta?” (…). En esta fase necesitamos hacer un acto de fe. Podría parecer que la fe es la que entra en la oscuridad y abraza la esterilidad, pero no hay otra forma de entrar sino través del total abandono de nosotros mismos. Tiene que ser un acto total de fe. En otras palabras, nos comprometemos a la meditación y al mantra como el camino para renunciar a nuestra propia conciencia. En efecto, nos comprometemos a abandonar nuestra propia esterilidad.

Es entonces cuando experimentamos que la esterilidad se transforma en pobreza –una pobreza que abrazamos totalmente. Y ello nos lleva a esa declaración de nuestra propia pobreza que nos revela la existencia de un Dios único y de que en Dios se encuentran todas las riquezas y todo el amor… La esterilidad se convierte en pobreza –un estado de absoluta simplicidad, vulnerabilidad y de un total abandono en Dios y en su amor. La autoconciencia nos lleva a la verdadera conciencia. Despertamos al conocimiento de lo que existe más allá de nuestros horizontes, de lo que es Dios: Amor.

La introspección se transforma en una visión de autotrascendencia porque todo lo que vemos ahora, lo vemos con la luz divina, ampliado en la eternidad. Vemos todo bañado por el infinito amor de Dios.

Carla Cooper
Traducido por WCCM España

Lecturas Semanales

Lectura 27, Ciclo 5


 “Queridos Amigos” Texto de Laurence Freeman OSB extraído de la Meditatio Newsletter de octubre de 2017
La palabra «contemplación» esconde la palabra templum o «templo». Hoy lo imaginamos como un edificio religioso pero el significado original no era la estructura física sino el espacio puro en sí mismo antes de que se erigiera el edificio o se llevaran allí mismo a cabo los rituales sagrados. Esta interpretación da un nuevo significado a las palabras de San Pablo: «¿No sabéis que vosotros sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?» (1 Cor 3,16) Así pues, somos espacio,  no sólo contenedores de pensamientos asombrosos e imaginación, circuitos neuronales y biología compleja. Somos el espacio donde habita Dios. Y estamos en relación. Sor Eileen O’Hea tenía una frase conmovedora que siempre recuerdo: “las relaciones son el terreno sagrado de nuestra humanidad”. Hablando existencialmente, no podemos imaginarnos a nosotros mismos sin estar inmersos en una relación en todas las dimensiones: histórica, social, emocional, ecológica y cósmica. Vivimos en una red de seres interrelacionados. Espiritualmente, estamos relacionados con todo, en Cristo, donde todas las cosas se encuentran en unidad. La relación contemplativa significa ir más allá del sentido estrecho de «mis» relaciones, de las que controlamos, poseemos, sentimos celos o defendemos violentamente desde el lado oscuro de Eros. Al contrario, vemos las relaciones como espacios de crecimiento donde aprendemos a ser fieles, a no ser posesivos, a amar con desapego y sin proyección, y a crecer en el autoconocimiento. Las relaciones son espacios (en el sentido del “templum”), no construcciones del ego. No debemos adorar a aquellos con quienes nos relacionamos. Alcanzamos la unión con ellos adorando junto a ellos, en espíritu y en la verdad, en la base divina de toda relación.
Carla Cooper
Traducido por WCCM España